Alexis


Como le había enseñado su padre, Alexis dobla los cartones para que entren mejor en el carro: — Dobla y aplasta, así entran más.
La subsistencia de la familia depende de la recolección callejera. El niño lo hace automáticamente: pisa y dobla, dobla  y aplasta; siempre con la mirada perdida.
Uno de aquellos cartones le llama la atención. Reconoce en las imágenes aquel muñeco del escaparate de la juguetería, que nunca llegará a tener. Se detiene en las coloridas ilustraciones de la caja, suspirando por el héroe de plastisol[i]. Sale de su abstracción ante la amonestación de su hermano: — ¡Dale, que después nos retan!
Gentileza: Numancia, objetos escultóricos

Alexis gira la caja para poder doblarla, desde el interior cae un cartoncito. El niño no le da importancia, tiene sólo palabras.  Aquellos signos, incomprensibles para él, hablan de un juguete como premio. Para  Alexis son incognoscibles, a sus  doce años, no ha  podido aprender a leer. El viento  desliza  y eleva  el cartón unos metros, caerá con si fuera una hoja otoñal y rodará por la vereda hasta perderse al final de la calle.
Alexis, desterrado de la infancia, descalzo de sueños, blande cartones. Pisa y dobla, dobla y aplasta.



[i] Materia prima para la confección de juguetes.


Seleccionado para las antologías "Trapecistas sin red" Ed. Dunken e Improntas IV  (2019)

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